miércoles, 8 de julio de 2009

Círculos atemporales


¿Porque conocemos a algunas personas en nuestra vida y a otras no?, ¿cuáles son los factores que hacen que pasemos junto a alguien sin verlo, o que veamos a alguien a mil metros de distancia?

Son misterios demasiado precisos como para ser simplemente casualidades, no es por casualidad que se fija nuestra atención en ciertas personas entre los miles de millones que existen en el mundo, no es por casualidad que venimos al mundo formando parte de un cierto núcleo familiar, no son casualidades nuestras amistades, nuestros conocidos ni nuestros desconocidos. La explicación más interesante para estos encuentros casi mágicos, es que simplemente estamos atados eternamente por lazos de amor, por las infinitas vidas que nuestra alma ha vivido y vivirá.

Dichos lazos nos mantienen siempre unidos, jugando con nuestras vidas actuales, haciendo artimañas para que de un modo u otro nos volvamos a encontrar, tal vez en los momentos precisos, tal vez sean encuentros fugaces, tal vez otros se quedan para toda la vida, pero sin duda todos ellos tienen su propio encanto y su propia razón de ser. Visto así, por qué no pensar que cada persona con la que nos topamos cuando vamos caminando apurados, cada persona que se encuentra en la misma micro que nosotros, cada persona que asiste todos los días al mismo lugar que nosotros, representa una nueva hermosa posibilidad de establecer un nuevo lazo, o mejor dicho, de retomarlo de las vidas anteriores. ¿Cuantas de estas oportunidades hemos perdido por estar siempre tan ciegos y no observar el entorno?, es impresionante percibir como nos empeñamos en dificultar la acción de estos lazos de amor, los que siempre sin duda lograrán vencernos y unirnos con aquellos que hemos vivido siempre, aquellos con los que compartimos lecciones por aprender, aquellos que nos pueden ayudar en nuestro avance espiritual y otros a los que nosotros podemos, y debemos, ayudar.

Es apasionante pensar de que formas curiosas nuestras vidas misteriosamente van uniendo sus caminos hasta que se logra el punto de encuentro, el punto en que retomamos el lazo y continuamos nuestra deuda kármica con dicha persona, intentando mejorar para evolucionar. Cada nueva persona es una gran oportunidad, y no aparecen en nuestras vidas por casualidad….hemos compartido ya inmemorables momentos en inmemorables existencias previas.

En este sentido, encontramos también un gran consuelo, todo se transforma en situaciones cíclicas, por lo tanto no deberíamos llorar la pérdida de alguien muy querido pues es solo un adiós momentáneo, nos reencontraremos nuevamente porque los lazos de amor que hemos establecido en las vidas infinitas no están limitados a la barrera física, no amamos un cuerpo, amamos el alma que lleva dentro, y esa alma no se irá nunca, siempre estará reencarnando dentro de nuestro círculo, entrando en nuestra vida hasta que ya no encarnemos más en formas terrenales y podamos compartir una eternidad espiritual.

Por lo mismo la invitación es a considerar que todos aquellos que conocemos, no están con nosotros por casualidad….que ya hemos vivido miles de cosas y que ahora tenemos una oportunidad para corregir errores previos o simplemente fortalecer los lazos, para volver a encontrarnos con certeza en las vidas que nos quedan, pues estaremos irremediablemente unidos. Este concepto de eternidad dinámica es hermoso, y no debemos dejar que las marcadas tendencias terrenales de nuestras vidas nos hagan olvidarlo, no debemos perdernos la posibilidad de ver cada encuentro como algo mágico y no debemos despreciar las energías del universo que trabajaron por largo tiempo para lograr estos reencuentros atemporales
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Todo es cíclico, todo es Samsara.

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