viernes, 3 de julio de 2009

Desprendiéndose...


Transcurrido cierto tiempo, procesando los efectos del agua fría que cae sobre mí, empieza a decaer todo, a pesar de que aún no exista seguridad absoluta, el sólo temor a que la realidad albergue nefastos resultados genera estragos.

Ciertamente un temporal probablemente viene, y el principal problema es que definitivamente yo no veo las cosas como las ven, o las sienten las demás estrellas de este universo de maqueta; ¿cómo hacer entender mi punto de vista?, ¿cómo traspasar el concepto de que el fin de un cuerpo no es el fin del alma?, comprender este último punto es lo más necesario para asumir algo así sin tanto dolor, y dejar que el alma se vaya en paz y libremente.

Un cuerpo deja de existir, se destruye, vive procesos de descomposición y finalmente deja de ser, para formar parte de otra formación de la materia, en ese sentido de todos modos existe un concepto de continuidad, las células mueren, pero pasarán a formar parte de algo más.

Por otro lado, en el universo la energía no se pierde ni se destruye, sólo se transforma, así la energía que daba vida a un cuerpo, que es en definitiva, lo que le daba el valor a dicho cuerpo, no se perderá ni se destruirá, simplemente pasará de estar atrapada en una forma corpórea para ir a formar parte, en primera instancia de algo más intangible, hasta que encuentre su próxima encarnación la que será seleccionada a favor del plan supremo que “algo”, que se podría llamar una energía superior, suprema, o si se prefiere “dios”, ha diseñado para cada uno de nosotros. Nosotros, que en el fondo no somos nosotros, sino una infinidad de “otros” que ya han existido y cuyos cuerpos han sido llenados de energía por la misma alma que nos mantiene hoy…en ese sentido, ¿cuál es el riesgo de la muerte, si para ser lo que tanto amamos en la actualidad, también debió mediar este temido proceso?

Son conceptos complejos de comprender, y mucho más complejos de aplicar a la vida, sobretodo con nuestros seres queridos, sin embargo realizar una preparación para ello nos deja en mejores condiciones para asumir que la muerte es finalmente un cambio de estado necesario para el proceso evolutivo espiritual de aquella alma, que encarnada en una cierta persona, ha sido acreedora de nuestro amor. Si realmente amamos, entonces también es necesario cultivar la capacidad de dejar ir, no se puede tener para siempre a alguien atado a nosotros sólo porque decimos amarlo, si la felicidad de esta persona está en otro lugar o con otros, debemos desarrollar la capacidad de dejarlo ir. Bajo este mismo concepto, llegada la muerte, esa alma ha terminado un ciclo, para iniciar otro, en el cual se encontrará con otras almas o tal vez incluso con las mismas que nos habitan en este momento, es decir con nosotros mismos pero con otro cuerpo; por lo mismo, en vez de ser guiados por un egoísmo que pretende mantenerlos atados a nosotros, mediante el llanto y las lamentaciones por esa pérdida, debemos entender que ha llegado el momento de que esa alma hermosa que hemos conocido y amado se encuentre también con otras, y que pueda enseñarles ciertas cosas y también aprender de ellas.

En un grado superlativo de las emociones, deberíamos alegrarnos de que esa alma siga su camino en la evolución espiritual, y que vaya a tener momentos hermosos y de aprendizaje, para volver a iniciar una nueva vida. Debemos alegrarnos de que se dejará atrás un cuerpo desgastado, que ya ha cumplido su función, para volver a obtener otro lleno de vitalidad, que proporcionará nuevas lecciones y permitirá avanzar más escalones en el ascenso hacia la evolución espiritual.

1 comentario:

  1. é interessante ler o que tu escreve.
    sou brasileiro, mas sempre venho aqui ver o que vc escreve.
    parabéns.
    entra no meu blog e comente.
    um grande abraço amigo.

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